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Límites legales de la inteligencia artificial: protección y responsabilidad en la era digital

En este artículo hablamos sobre:

La inteligencia artificial (IA) está revolucionando numerosos sectores, desde la medicina hasta las finanzas, transformando la manera en que vivimos y trabajamos. Sin embargo, este avance rápido y exponencial también plantea desafíos éticos y legales significativos. A medida que la IA se integra más profundamente en nuestra sociedad, se vuelve esencial establecer límites legales claros para proteger a las personas y garantizar un uso responsable de la tecnología. En este artículo, analizamos los principales límites legales de la inteligencia artificial, abarcando desde leyes específicas hasta normativas generales que afectan su desarrollo y aplicación.

¿Cuáles son los límites legales de la inteligencia artificial?

Los límites legales de la inteligencia artificial están definidos por un conjunto de leyes específicas, jurisprudencia y principios éticos que buscan asegurar que su desarrollo y uso no infrinjan derechos fundamentales. Aunque algunas normativas están directamente relacionadas con la IA, muchas otras, aunque no mencionan la tecnología de forma explícita, tienen un impacto significativo en su regulación.

Estos límites se derivan de diversas fuentes legales:

  1. Leyes específicas sobre IA: Normativas creadas para regular aspectos específicos de la inteligencia artificial.
  2. Normas generales: Leyes que, aunque no estén diseñadas específicamente para la IA, afectan su desarrollo y uso, como las relacionadas con protección de datos, seguridad y derechos de propiedad intelectual.
  3. Jurisprudencia: Las interpretaciones y decisiones de los tribunales que, con el tiempo, ayudan a definir cómo se aplican las leyes existentes a la IA.
  4. Ética: Principios éticos que guían a los desarrolladores y usuarios de IA para evitar acciones que puedan vulnerar los derechos de las personas.

1. Leyes específicas sobre IA

La legislación suele ir un paso por detrás del avance tecnológico, y la IA no es la excepción. Sin embargo, en 2024, la Unión Europea (UE) aprobó la Ley de Inteligencia Artificial, la primera normativa específica sobre IA en el mundo. Esta ley, que se implementará progresivamente entre 2025 y 2027, establece un marco legal para regular el uso de la IA en diferentes niveles de riesgo:

  • Riesgo inaceptable: Se prohíben ciertos sistemas de IA que representan un riesgo grave para los derechos y libertades fundamentales. Esto incluye, por ejemplo, sistemas que manipulan el comportamiento humano de manera subliminal o que explotan vulnerabilidades de grupos específicos, como personas con discapacidades o en situaciones económicas precarias.
  • Riesgo alto y medio: Sistemas de IA que, aunque no están prohibidos, deben cumplir con estrictos requisitos de transparencia, trazabilidad y gobernanza de datos. Estos sistemas requieren supervisión humana y una evaluación continua de riesgos para asegurar su correcto funcionamiento y minimizar impactos negativos.

Esta ley es pionera no solo por su enfoque regulador, sino también porque establece precedentes que influirán en futuras normativas a nivel mundial.

2. El Código Penal y la responsabilidad legal

El Código Penal español, aunque no regula la IA de manera directa, establece las bases para responsabilizar a quienes utilicen esta tecnología para cometer actos ilícitos. Por ejemplo, si una persona utiliza un sistema de IA para distribuir malware, esa acción está contemplada en el Código Penal como un delito informático. Esto demuestra que, aunque la IA sea una herramienta avanzada, su uso indebido puede acarrear consecuencias legales tradicionales.

3. Protección de datos y privacidad

Uno de los aspectos más sensibles relacionados con la IA es la protección de datos y la privacidad. La IA a menudo depende de grandes volúmenes de datos personales para funcionar de manera efectiva, lo que genera preocupaciones sobre cómo se recogen, almacenan y utilizan estos datos.

En Europa, el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) y la Ley Orgánica de Protección de Datos y Garantía de los Derechos Digitales (LOPDGDD) establecen límites claros sobre el tratamiento de datos personales. Estas normativas exigen que cualquier sistema de IA que maneje datos personales debe obtener el consentimiento explícito de los interesados y cumplir con estrictas medidas de seguridad para proteger estos datos.

Además, el uso de IA en la toma de decisiones que afecten significativamente a las personas, como en la contratación de empleados o la concesión de préstamos, está sujeto a regulaciones que aseguran la transparencia y el derecho de los individuos a no ser objeto de decisiones basadas únicamente en tratamientos automatizados.

4. Propiedad intelectual y derechos de autor

La propiedad intelectual es otro ámbito donde la IA plantea nuevos desafíos. En España, la Ley de Propiedad Intelectual establece que las obras creativas generadas por IA no pueden registrarse bajo derechos de autor, ya que estos solo pueden ser atribuidos a personas naturales. Esto implica que, aunque una IA pueda generar música, arte o literatura, los derechos sobre estas obras no pueden ser reclamados por la máquina ni por quien la opera, a menos que exista una intervención creativa humana significativa.

Por otro lado, la Ley de Inteligencia Artificial de la UE también regula el uso de contenidos protegidos para entrenar modelos de IA. Si se utilizan datos protegidos por derechos de autor para este fin, es necesario obtener el consentimiento de los titulares de los derechos y compensarlos adecuadamente.

5. Supervisión humana y trazabilidad

La supervisión humana es esencial para garantizar que los sistemas de IA operen de manera ética y segura. La trazabilidad se refiere a la capacidad de rastrear las decisiones tomadas por un sistema de IA para comprender cómo llegó a ciertos resultados. Estas prácticas son especialmente importantes en sectores donde la IA toma decisiones críticas, como en la medicina o la justicia.

La Ley de IA de la UE exige que los sistemas de alto riesgo incluyan mecanismos de trazabilidad y supervisión humana, garantizando así que las decisiones automatizadas puedan ser revisadas y, si es necesario, corregidas por personas.

6. Seguridad y ciberseguridad

La seguridad es otro pilar fundamental en la regulación de la IA. Los sistemas de inteligencia artificial deben ser seguros tanto en su funcionamiento como en su resistencia frente a ciberataques. Esto implica la realización de análisis de riesgos y evaluaciones de impacto para identificar posibles vulnerabilidades y establecer medidas preventivas que minimicen los riesgos.

La Ley de IA prohíbe el desarrollo de sistemas que puedan causar daño físico o psicológico a las personas, subrayando la importancia de diseñar tecnologías seguras y fiables.

7. Responsabilidad en el uso de la IA

Uno de los mayores desafíos legales en la IA es determinar la responsabilidad cuando ocurren errores o fallos en los sistemas. Dado que la IA no posee personalidad jurídica, la responsabilidad suele recaer en los desarrolladores, las empresas que comercializan estos sistemas o los usuarios finales.

Por ejemplo, si un chatbot de atención al cliente comete un error que resulta en un daño significativo para un cliente, la empresa que opera el chatbot podría ser responsable legalmente, dependiendo de las circunstancias.

8. Discriminación y equidad

Evitar la discriminación es fundamental en el desarrollo de sistemas de IA. Los algoritmos pueden, intencionadamente o no, perpetuar sesgos existentes si no se entrenan adecuadamente con datos representativos y diversos. Por ello, las leyes de no discriminación deben aplicarse rigurosamente para asegurar que la IA no refuerce injusticias sociales.

La realización de auditorías de sesgo y la implementación de prácticas de transparencia son cruciales para mitigar los riesgos de discriminación algorítmica.

¿Existen IA ilegales?

Es importante entender que, en general, no hablamos de IA «legal» o «ilegal» per se, sino de usos legales o ilegales de la inteligencia artificial. La tecnología en sí misma es neutra; es el uso que se le da lo que determina su legalidad o ilegalidad. La Ley de Inteligencia Artificial de la UE, por ejemplo, ha identificado y prohibido ciertos usos de la IA que son considerados inaceptables, como la creación de bases de datos de reconocimiento facial sin consentimiento o la manipulación subliminal de comportamientos.

En resumen, los límites legales de la inteligencia artificial están en constante evolución, reflejando el rápido avance de la tecnología y las crecientes preocupaciones sociales y éticas. La regulación de la IA es esencial para garantizar que esta poderosa herramienta se utilice de manera responsable, protegiendo los derechos de las personas y evitando consecuencias negativas para la sociedad. Desarrolladores y usuarios de IA deben mantenerse informados y actuar con responsabilidad, aplicando no solo las leyes existentes, sino también principios éticos que guíen sus decisiones en esta era digital.

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